En esta ocasión mencionaremos como un uso inadecuado de nuestras tarjetas de crédito puede provocar un serio malentendido entre nosotros y las autoridades fiscales por el cual podríamos terminar pagando más impuestos de los que nos correspondería.

Partamos de la idea de que el objetivo de las autoridades fiscales es que todos paguemos impuestos por los ingresos que recibimos y que uno de los criterios que utiliza para verificar que las personas declaran todos sus ingresos es que no exista discrepancia fiscal, es decir que en un año nuestros gastos no superen los ingresos que declaramos.

En la lógica de las autoridades fiscales, cuando una persona gasta más de los ingresos que declara es porque no está declarando todos sus ingresos.

Ahora bien, aclaremos que los movimientos que nos pueden ubicar en discrepancia fiscal en el uso de las tarjetas de crédito serán los pagos que hagamos y no el consumo, ya que la naturaleza de una tarjeta de crédito es endeudarnos temporalmente por algo que pagaremos en el corto plazo (normalmente 20 días a partir de la fecha de corte).

Es decir, que la suma de los pagos que hagamos en todos los meses del año no debería ser superior a mis ingresos, verdad? 

Pues bien, algo que nos costará mucho demostrar es cuando, sin mala fe, prestamos nuestro crédito a nuestros amigos y familiares que no cuenten con su propio crédito para realizar compras y posteriormente pagamos con el efectivo que nos den para ello.

El problema será que todo queda a nombre de una sola persona, cuando en realidad el gasto lo hacen entre varios amigos y/o familiares, es ahí cuando existen confusiones y una posible discrepancia fiscal.

Es por eso que debemos cuidar el cómo pueden reflejarse nuestros gastos en relación a nuestros ingresos, así en una auditoría no lamentaremos la falta de claridad. Y seremos felices para siempre (de perdido ese año).

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